jueves, 11 de julio de 2013

IBN HAZM


Polígrafo árabe-español nacido en Córdoba en el año 994 en el seno de una familia aristocrática. Su infancia, hasta los quince años, transcurrió en la corte cordobesa, por ser su padre un alto funcionario al servicio del gran Almanzor.
Participó en las intrigas que influyeron en la evolución de las guerras que acabaron con el califato Omeya. En 1023 fue nombrado Visir y al terminar el gobierno Omeya un año después, fue encarcelado. Una vez libre, renunció a la política, abandonó el rito Malequí y adoptó el rito Zaharí.
Abu Muhammad `Ali ibn Ahmad ibn Sa`id Hazm, más conocido como Ibn Hazm, fue un filósofo, teólogo, historiador, narrador y poeta hispanoárabe.
Sus obras más representativas son "El collar de la paloma", considerado como el más bello libro  sobre el amor en lengua árabe, "La Historia crítica de las religiones, sectas y escuelas", "El bordado de la novia" y "Los caracteres y la conducta".
El collar de la paloma, trata el tema amor y es, quizá, su escrito más famoso. Consta de treinta capítulos que se dividen de la siguiente manera: diez tratan sobre los fundamentos del amor, doce sobre los accidentes del amor, así como sus cualidades loables y vituperables, seis sobre las malaventuras que sobrevienen en el amor, uno sobre la fealdad del pecado y unos sobre la excelencia de la castidad. Aquí se hablara sobre los cinco primeros capítulos que son: discurso sobre la esencia del amor, sobre las señales del amor, sobre quien se enamora en sueños, sobre quien se enamora por el oír del ser amado y sobre quien se enamora por una sola mirada.

Falleció en Montíjar en el año 1063.

IBN HAZM
 Abu Muhammad Ali Ibn Hazm (7 de noviembre de 994-1063), nació en Córdoba, ciudad que fue durante siglos el centro de irradiación de la cultura de toda Europa, en ella convergieron y se enriquecieron mutuamente, a través del Islam, las culturas de Oriente y Occidente. No obstante, cuando esto ocurre, la capital de la España musulmana se encontraba en uno de los momentos más trágicos de su historia, pues el califato cordobés había dado muestras de su debilidad y los primeros síntomas de su descomposición se hacían evidentes.



Jurista, teólogo, filósofo, historiador y poeta. Este autor ha sido uno de los mas prolíficos que ha dado el mundo musulmán, nada menos que 400 obras fueron las que escribió. Su lengua era tan crítica y mordaz contra el poder y la pobreza de espíritu, que se llegó a decir que “era tan afilada como la espada”. Acerca del saber dijo lo siguiente: “El que busca el saber para jactarse de él, o para ser alabado, o para adquirir riqueza y fama, está lejos del éxito, pues su objetivo es alcanzar algo que no es el saber” Sus principales obras son: El libro de los principios de los fundamentos jurídicos, Historia crítica de las religiones, sectas y escuelas, El libro de los caracteres y de la conducta. Fue muy perseguido por los teólogos ortodoxos y apenas dejó discípulos. Su obra cumbre en prosa rimada fue el Collar de la paloma.



Su vida: En el año 994 Ibn Hazm nace en el seno de una familia acomodada. Pertenecía a una familia muladí, recién incorporada al Islam, aspecto este que tratará de ocultar. Su abuelo, Sa´id, abandonó Huelva donde vivía dedicándose a la explotación de fincas rústicas y se instaló, en el siglo X en la esplendorosa ciudad de Córdoba en busca de fortuna. Su padre, Ahmad, hombre culto, supo moverse dentro de los medios políticos llegando a ser nombrado visir de Almanzor, motivo por el cual abandonó la casa en la que vivía con su familia en el barrio de Balat Mugit, al poniente de la ciudad, de la que tan buenos recuerdos tenía, como señala en “El collar de la paloma”, para instalarse cerca de Madinat al-Zahira, la nueva ciudad próxima a Córdoba, donde Almanzor había ordenado trasladar  corte.



Los primeros años de la vida, de este ilustre poeta, transcurrieron en el ambiente de esta familia de la nueva aristocracia, viviendo con lujo y bienestar, en el más alto nivel de vida cordobesa. Ibn Hazm como él mismo menciona en “El collar de la paloma” se educó dentro del harén donde se revelaron temprano los misterios de la vida sexual y los tejemanejes del serrallo, de ahí los versos que compuso:



Yo he intimidado mucho con mujeres y conozco tantos de sus secretos, que apenas habrá nadie que los sepa mejor, porque me crié en su regazo y crecí en su compañía, sin conocer a nadie más que a ellas….me enseñaron el Corán, me recitaron no pocos versos y me adiestraron a tener buena letra”. “No olvide nada de lo que en ellas vi. Acaso por esto nació en mí una intensa desconfianza contra las mujeres, y la mala opinión que las tengo, que se ha hecho congénita en mi alma”.



Siendo joven pudo fácilmente recibir la enseñanza de los más célebres maestros de Córdoba en todas las disciplinas: Ibn Yasur (fallecido en 1010), de quién dijo Ibn Hazm: “Fue el más excelente qadf que yo he conocido, en religión, inteligencia y continencia, con extensos conocimientos científicos; el historiador Ibn Maradi (fallecido en 1013) y otros muchos más.  



En el año 1.012, antes de que Hazm publicase ninguna obra importante, salvo poemas cortos o breves composiciones y sin tener tampoco un empleo estable, todo un barrio de la ciudad fue saqueado por los berberiscos y su padre asesinado en junio.



Entre los recuerdos  juveniles de Ibn Hazm sobre las recomendaciones que le hizo su padre hay uno que se menciona a menudo y que queda reflejado en este verso: Si quieres ser rico, procura contentarte con una posición social inferior a la que posees.



Desatada la revuelta contra la dinastía Omeya, es expulsado de Córdoba y se le confiscan sus bienes. Al año de morir su padre, en mayo de 1013, Córdoba es destruida y pasa a manos de los beréberes. A los 20 años está totalmente comprometido en política, alineándose con los sostenedores de la dinastía Omeya. Se refugia en Almería, junto a su amigo Ibn Ishaq poniéndose a la cabeza del movimiento a favor del príncipe Abderramán IV.



Cuando se hallaba en el exilio, Ibn Hazm, le pide a un amigo que acababa de llegar de la capital, que le contase lo que sucedía en Córdoba, y aquel le cuenta el estado ruinoso en el que se encontraban sus casas, “sus huellas se habían borrado, sus vestigios desaparecido, y apenas se saben donde están. Y menciona a propósito de lo relatado, “todo esto me hace recordad los días que pasé en aquellas casas, los placeres que gocé en ellas y los meses de mi mocedad que allí transcurrieron”



La tranquilidad que allí encontraron al principio, no duró mucho, pues estos dos jóvenes legitimistas omeyas fueron acusados de conspiración y fueron desterrados. Ibn Hazm se refugia en Aznalcázar durante un corto espacio de tiempo, pues enterado de que en Valencia un nuevo pretendiente omeya se estaba preparando para enfrentarse a la dinastía de los Hammudíes, se dirigió junto a su amigo a aquel lugar para prestarle su ayuda.



El príncipe resultó muerto en una batalla e Ibn Hazm hecho prisionero. No obstante fue puesto en libertad.



Ibn Hazm se refugia en Játiva, donde encuentra la suficiente paz para escribir su obra, el collar de la paloma (1022).



Si vida es un símbolo de la España de entonces; hombre elegante de la alta sociedad omeya y mas tarde político, cuando el califato Hammudi, que había gobernado Córdoba, toca a su fin, Hazm volvió a la vida política siendo nombrado visir del nuevo califa omeya, Mustazhir; cargo que ocupó mes y medio, pues Mustazhir fue ejecutado e Ibn Hazm conducido de nuevo a la cárcel.



Cuando abandona el cautiverio se da cuenta de que todo está perdido y se retira definitivamente de la política activa, para dedicarse al estudio de la ciencia jurídico-teológica por la que siempre se había interesado. A partir de entonces los datos que se tienen de él tratan sobre sus obras.



Su pensamiento se aferró a la escuela zahirí. Mantuvo una voluntad sistemática de sujetarse a la letra del Corán. Preocupado por proclamar lo que está permitido y lo que no está, no tiene mucha cuenta ni de lo real ni de lo posible, únicamente considera lo que debe ser. Su pertenencia a esta corriente le granjeó numerosos enemigos entre los alfaquíes de la escuela maliki imperante en Córdoba, para quienes este pensamiento ya fue reflejado en la filosofía antigua: “No hay pobre sino quién se estima en serlo”. Instigaron ante Ibn Abbad para que sus obras personales fueran quemadas y es entonces cuando Ibn Hazm compuso aquellos versos tan famosos:



“Si quemáis el papel, no quemáis el pensamiento a él confiado, y menos aún el que está en mi cerebro”



Como filósofo una de sus reflexiones es la siguiente:



¡Oh perla oculta bajo la forma humana1… Veo una forma humana, pero cuando medito más profundamente, he aquí que me parece un cuerpo venido del mundo celeste de las esferas.



Su personaslidad: No obstante, son de enorme interés los rasgos de su personalidad que el propio Ibn Hazm nos ofrece en distintos capítulos de su obra, cuando manifiesta ciertas reflexiones sobre su modo de pensar, de actúar, de sus amores, de sus cualidades o creencias. Ibn Hazm  valora la amistad con sus amigos y son muchas las referencias que a ella hace en “el collar de la paloma”.  Así por ejemplo manifiesta, al referirse al afecto que había perdido con uno de sus amigos, que “era de naturaleza ponderado, sufrido y manso en cuanto podía, y, por ello, encontró la manera de restablecer su amistad”. Esta amistad tratará de mantenerla incluso con el amigo que acabó portándose mal con él, después de haberle tenido un sincero afecto, al divulgar todo lo que por el grado de confianza que entre ellos había conocía de su persona, pero Ibn Hazm, en vez de corresponder de igual manera, contado todo lo que sabía de él, le escribió una poesía en que lo tranquilizaba y le hacía saber que no pensaba medirle con el mismo rasero.



En su carácter, como el mismo pone de manifiesto, existían dos rasgos congénitos, por los cuales no le había sido agradable jamás la vida: uno de ellos es la lealtad, nacida de una propensión social que hace que su alma no pueda apartarse de quien ha conocido ni desear la desaparición de quien ha tratado; el otro es un amor propio que rechaza toda ofensa, se afecta por la más pequeña mudanza que advierte en los amigos y prefiere la muerte a sufrirla. La conjunción de estas dos cualidades, cada una de las cuales le atrae a su bando, le llevaran a padecer un gran  tormento.



Más adelante, se jacta de nuevo, de ser leal, pues nada había para él más insoportable que la traición, y nunca se perdonaría a si mismo pensar en hacer daño a aquel con quién le ha unido la menor obligación por muy grande que sea su delito y por muchas faltas que hubiese cometido en contra suya.



Su vida amorosa: De la vida amorosa de Ibn Hazm  sabemos lo que el mismo confiesa al escribir “El collar de la paloma”. Recuerda como, en ocasiones, se sintió atraído por jóvenes esclavas que había en su casa, una de las cuales que no le correspondía, tañía el laúd de forma maravillosa; pero fue de una esclava, llamada Un´m, que tuvo cuando tenía 20 años, de quién se enamoró perdidamente, sintiendo una pasión como nunca tuvo. Ella fue su primer amor, pero la muerte prematura se la arrebató y que jamás, después de perderla, encontró placer en la vida. Su amor por esta muchacha borró todos los que le precedieron e hizo imposibles los siguientes



Poco más refiere Hazm de su etapa posterior, se sabe que tenía mujer e hijos, pues a ellos alude al final de su obra, al referir como se esfuerza por sacarlos adelante.



Sus aspiraciones: Las aspiraciones inquietas de su alma, que no se vería satisfecha incluso si le fuera posible ir a Iraq, objeto de sus ansias:



“Del cielo de la sabiduría, soy el sol, pero sobre mí pesa una maldición: la de nacer en Occidente.”



Si yo apareciese en Oriente, ¿Cómo se apresurarían a tomar todo lo que se ha perdido de mi renombre?            



Ibn Hazm  sabía que Iraq le defraudaría tanto como España. Pensaba que era inútil ir a buscar lejos lo que se tenía al alcance de la mano, y a pesar de todo, él se siente orgulloso de su origen como lo confiesa en “El collar de la paloma”.



"Hermanos, me ofrecéis las perlas de la China; pero escojo los rubíes de Al-Andalus”



Sus obras: Ibn Hazm escribió con gran maestría sobre diferentes materias filosóficas, jurídicas, teológicas, históricas o puramente literarias. Lo esencial de su pensamiento está centrado en tres problemas, y en la respuesta que da a cada uno de ellos, revitaliza el pensamiento islámico de Occidente.



1.- Sobre el sentido del amor, con “El collar de la paloma”.



2.- Sobre derecho, especialmente, con su obra “Kitab al-Muhalla”, ocupándose entre otros aspectos de “la guerra santa” y del estatuto de la mujer.



3.- Sobre religión, destacó y fue pionero en el estudio y elaboración de la historia comparada de las religiones, haciendo gala de su erudición bíblica, distinguiendo a la perfección las sectas judías.



Ibn Hazm ya se dirigía a quienes pensaban que, indudablemente, entre todas las religiones del mundo, debe existir una verdadera, pero pensaba que esta religión no se manifestaba a nadie con claridad y certeza, por lo cual Dios, no impide a nadie la obligación de profesarla.



La que es, con mucho, la obra más importante del teólogo Ibn Hazm es su tratado sobre las religiones y las escuelas del pensamiento. Esta voluminosa obra es considerada, con toda justicia, como el primer tratado de historia comparada de las religiones que se haya escrito nunca, tanto en árabe como en cualquier otra lengua. El maestro de Córdoba deja plasmada en ella toda la medida de su genio y de sus inmensos conocimientos. Analiza, además de las religiones, las diferentes actitudes del espíritu humano ante el hecho religioso. En función de su actitud, clasifica a los seres humanos y a las doctrinas en varias categorías. Está la categoría de los ateos, que engloba igualmente a los escépticos y a los materialistas. Está la categoría de los creyentes, que engloba a aquellos que creen en una divinidad personal y a quienes creen en una divinidad impersonal, abstracta, sin relación alguna con la humanidad.



Hay que tener presente que toda esta extensa obra la realizó en una dura condición, pues sobre él iban dirigidas las críticas de reyezuelos y autoridades religiosas. Buena parte de su producción conserva un tono polémico. Ninguno de los reyes de taifas quería tenerlo en su reino, no solo por sus ideas religiosas, sino también por las políticas. Criticó con mucha dureza por su impiedad y crueldad al rey de Sevilla, Al-Mu´tadid.   



El collar de la paloma: Su obra el Collar de la Paloma (Tawq al-hamama) está considerada el más bello libro de amor de la literatura árabe, es el máximo exponente de lo que mas tarde, en Provenza, se ha llamado amor cortés “amour courtois”.



El collar de la paloma es un libro de filosofía amorosa donde establece sus teorías a partir de observaciones propias. Figuran directamente los personajes cuya vida erótica refiere, casi todas figuras relucientes de la política o de las letras, con fragmentos narrativos y poéticos. Entre los aspectos formales de esta poesía hay que destacar, junto a la simplicidad en el lenguaje, el uso del diálogo para describir las acciones y reacciones del amante y de la amada.



Cada civilización tiene una visión sobre el amor. El Califato de Córdoba tuvo su visión del amor y su cronista es Ibn Hazm, quién nos contó con detalle como amaron los andalusíes cuando los omeyas reinaron en al-Andalus, en su obra “El collar de la paloma” que ha sido, para algunos estudiosos, no solo la mejor obra de su autor sino, la mejor obra en toda la literatura árabe, es calificada de obra maestra.



La obra es una auténtica joya literaria, escrita en árabe purísimo, en rica prosa en la que se intercalan versos, a veces, con un profundo sentimiento, llena de historias de amor, de observaciones sobre la vida cotidiana de su tiempo. No es una disertación académica sobre el sujeto del amor, sino que narra aspectos del amor basados, en gran parte, en los sentimientos interiores de Ibn Hazm, en sus experiencias y en sus observaciones. Desde su juventud, fue un gran observador de los hechos, e hizo reflexiones de índole estética y moral, que son exponente de su penetración y retentiva. A pesar de lo mundano del tema, “El collar” revela la sensibilidad de su autor, quién en la introducción de su trabajo aclara que teme ser acusado de frivolidad por ahondar en semejante asunto.



“El collar” es un libro de intención purísima, limpia y hasta el final, ascética y `piadosa. Todo ello obedece a determinadas circunstancias sociales y de ambiente moral y religioso. Hoy día ciertas observaciones psicológicas del libro nos puede parecer pueriles, pero hay que tener presente que la obra se escribe a comienzos del siglo XI, en un momento de vacío total en la España cristiana y europea.



La obra se empezó a redactar en Játiva, aproximadamente, en torno al año 1022. Una vez que Ibn Hazm se retiró de su actividad política, después que Córdoba hubiera sido saqueada y medio destruida por los beréberes; por eso se dice que “El collar” es una “elegía andaluza”, una nostálgica resurrección en el recuerdo de la gran capital de Califato”, en la que el autor había nacido, bajo el poder de Almanzor, y en la que había transcurrido su adolescencia elegante y dichosa.



El collar de la paloma, tratado sobre el amor y los amantes. No fue fácil para Ibn Hazm escribir una risala o epístola, él mismo lo manifiesta así, en el epílogo de la obra: “milagro es que un ánimo como el mío haya siquiera podido acordarse de algo, conservar alguna huella y evocar el pasado, después de lo ocurrido y de lo que me cayó encima”.



Menciona la situación en la que se encuentra desterrado de su hogar, alejado de su patria, padeciendo deslealtad de los amigos, pérdida de fortuna; metido en fin, en un cúmulo de circunstancias adversas que habían destrozado su ánimo.



“El collar” lo escribió por encargo de un amigo, quién le pidió a través de una carta, que le compusiera una risala en la que pintase el amor, sus aspectos, causas y accidentes y cuanto en él o por él acaece. Declarando como y como se presenta, con la mayor veracidad posible.



Para su elaboración, Ibn Hazm, habla de lo que él vio con sus ojos, de lo que ha sabido por otras personas y le han contado gentes de fiar. Al tiempo que se excusa por no citar ciertos nombres o desfigurar alguno, por tratarse de faltas que no son lícitos declarar, o por miramiento a amigos queridos o a personas importantes.



A este respecto recuerda que los musulmanes están obligados a respetar los derechos de los príncipes y no deben dar más noticias que aquellas que hablen de su firmeza y de sus trabajos en pro de la religión; por lo cual no puede tratar las numerosas historias que él conoce de lo que sucede en el interior de los alcázares, cuando los personajes principales y pilares de sus reinos andan entre los amantes.



Ibn Hazm elude citar casos, cuya veracidad le constaba, que podrían dejar perplejos a los más entendidos y llenos de asombro a los más avisados, pero que no se había propuesto declarar los ardides ni contar las mañas de los enamorados. Solamente citará a aquellos que con su mención no sufran detrimento, o porque su asunto sea del todo conocido, o porque aquél de quién se trate consienta en que se publique su aventura y no tenga inconveniente en que se refiera.



Ibn Hazm hace una declaración en la que dice: “el collar de la paloma” es la ayuda que le ofrece a un amigo, por el afecto que mutuamente se tienen y sin esperar más premio que la correspondencia, para que este alcance la verdad



En un principio, el tema amoroso es un asunto “liviano”, pero si el alma profundiza y se explaya, el “amor” puede ser “usado” para hacer más llevadera nuestra existencia futura y más placentera nuestra eterna morada el día de la resurrección.



El título mismo del libro “El collar de la paloma” tiene un profundo significado vinculado con la filosofía amorosa neoplatónica tal como fue desarrollada por sus autores islámicos.



Ibn Hazm no tuvo acceso directo a Platón, pero había sentido su pensamiento y espíritu a través de las obras y los  trabajos de los neoplatónicos de Alejandría, como dejan constancia las múltiples alusiones que aparecen ya en “El collar”.



Según Ibn Dawud, hijo del fundador de la escuela zahirista en Bagdad, en cuya obra “El libro de la flor” se inspiró Ibn Hazm, y al que se cita en “El collar”, aquello que entre los hombres se llama “amor”, entre los dioses iniciados se llama “Pteros” o “paloma revolante”.



Avicena, contemporáneo de Ibn Hazm, confirma la costumbre existente entre los poetas neoplátónicos de vincular a la paloma con el alma afirmando que la paloma es el alma caída:



“una paloma hay en ti, noble y orgullosa, caída de la más alto del cielo”.



Esta paloma al adaptarse al cuerpo ha olvidado su “mundo original”.Así el motivo poético de una paloma portadora de un collar alude a la doctrina sufi: si bien es cierto que la paloma del alma tiene y es controlado por un “Amo Divino” que dispone de ella (predestinación), ella será juzgada según sus actos (libre albedrío). El alma es libre de tejer su propio collar, su propio destino, pero ella no puede alterar la naturaleza misma del Ser que la engendró. En suma, podemos afirmar que la influencia de la obra de Ibn Dawud y de las enseñanzas platónicas queda reflejada en “El collar de la paloma”.  Probablemente, Ibn Hazm, no conoció por modo directo la obra platónica sino a través del “Libro de la flor” de Ibn Dawud.



En el último capítulo de “El collar”, Ibn Hazm llega a insinuar el significado del título de su libro con un versículo del Corán: A todo hombre le hemos atado al cuello su suerte, y el día de la Resurrección le sacaremos fuera un escrito que encontrará desplegado. Lee tu escrito, le diremos: hoy basta con que tu propia alma te saque la cuenta.



El contenido de la risala, según el propio Ibn Hazm explica en el primer capítulo de su obra, esta compuesto en 30 capítulos.



Los diez primeros tratan sobre los fundamentos del amor. El primero trata sobre la esencia del amor, el segundo síntomas del amor, del 3 al 7 maneras de enamorarse (sobre el que se enamora en sueños, sobre el que se enamora por la pintura del objeto amado, sobre el que se enamora por una sola mirada, sobre aquel cuyo amor no nace sino tras un largo trato y sobre las alusiones verbales), del 8 al 10 comunicación entre los amantes ( sobre las señas hechas con los ojos, sobre la correspondencia amorosa y sobre el mensajero).



El 11 sobre el amigo favorable, del 12 al 16 comportamiento de los amantes (sobre la unión amorosa, sobre la guarda del secreto, sobre su revelación y divulgación, sobre la sumisión y sobre la contradicción), el 17 personajes que los rodean (sobre el que habiendo amado una cualidad determinada, no puede amar ya después ninguna otra contraria), del 18 al 28 situaciones favorable o adversas en las que se encuentra el amante (sobre la conformidad, sobre la lealtad, sobre la traición, sobre la enfermedad, sobre la muerte, sobre el que saca faltas, sobre el espía, sobre el calumniador, sobre la ruptura, sobre la separación y sobre el olvido), el 29 y 30 fealdad del pecado y la excelencia de la castidad.



El fin y conclusión de su exposición van dirigidos a predicar la sumisión a Dios honrado y todopoderoso, y a prescribir el bien y vedar el mal, como es deber de todo creyente.



A pesar de este plan previo, Hazm no se ajusta a él con toda rigidez, pues hay veces que ciertos temas se entremezclan unos con otros, de ella se excusa el propio autor. En cada uno de estos capítulos Ibn Hazm nos ofrece un reflejo de lo que sucedía en lo tocante al amor entre los andalusíes de Córdoba, cita ejemplos concretos, al mismo tiempo nos transmite su propio pensamiento acerca del amor.



El primer tema después reexponer la disposición de su risala, es sobre la esencia del amor. Lo primero que señala es que el amor no está reprobado por la fe ni vedado en la Santa Ley, por cuanto los corazones se hallan en manos de Dios honrado y poderoso, y buena prueba de ello es que, entre los amantes, se cuentan no poco bien guiados califas y rectos imanes.



Ibn Hazm, fiel zahiri, refiriéndose directamente al Corán y a la Sunna, subraya el carácter sacral del amor, y en esta idea insiste repetidas veces ya que había sido perseguido a causa de sus planteamientos en este terreno por el alfaquí, Abu Isaac de Elvira. En este sentido son muchas las citas que encontramos:



“La unión de los amantes…..es la vida renovada, la existencia sublime, la alegría y los gozos duraderos, y, sobre todo, es una gran merced de Dios”.



Cap. XX.



E insiste en otro pasaje: “El amor tiene siempre su culminación bajo la mirada de Dios”. Cap. XXIX.



Ibn Hazm rechaza la concepción platónica, defendida por Dawud, según la cual los amantes serían los dos segmentos de una esfera partida.



Para Hazm la naturaleza del amor consiste en la unión entre partes del alma que, en este mundo creado, andan divididas en relación a como eran en su elevada esencia. El amor es algo que radica en la misma esencia del alma. El verdadero amor, basado en la atracción irresistible, se adueña del alma y no puede desaparecer sino con la muerte. El auténtico amor es una elección espiritual y una fusión de las almas, este es el amor irresistible que no depende de otra causa que la afinidad de las almas. En el inicio de la obra pone lo siguiente:





Te consagro un amor puro y sin mácula;


En mis entrañas está visiblemente grabado y escrito tu cariño


Si en mi espíritu hubiese otra cosa que tu


lo arrancaría y desgarraría con mis propias manos.


No quiero de ti otra cosa que amor,


fuera de el no te pido nada.


Sino lo consigo, la Tierra y la Humanidad


serán para mí como motas de polvo y los habitantes del


país insectos.


Todos los demás amores que nacen por otras causas; amor a los parientes, el de afectuosa costumbre, el que engendra la amistad y el conocimiento, el que se encamina para la obtención de un placer y la consecución de un deseo, etc., todos ellos variaran, cesaran o aumentarán en relación con la causa que lo ha creado.



Acerca de esto Ibn Hazm compuso unos versos:



“Mi amor por ti, que es eterno por su propia esencia, ha llegado a su apogeo, y no puede menguar ni crecer. No tiene más causa ni motivo que la voluntad de amar”.



Respecto a que “nazca el amor”, Ibn Hazm piensa que, en la mayor parte de los casos es por la belleza y si luego distingue, tras esa imagen bella, alguna cosa que le sea afín, se une con ella y nace el verdadero amor, pero si no distingue nada afín, su afección no pasa de la forma y se queda en apetito carnal.



En suma, manifiesta: “El amor es una dolencia rebelde, cuya medicina está en si misma, si sabemos tratarla; pero es una dolencia deliciosa y un mal apetecible, al extremo de que quien se ve libre de él reniega de su salud y el que lo padece no quiere sanar”.



Ibn Hazm reconoce que, mientras las ciencias médicas son útiles para estudiar los “accidentes” del amor, las “causas” del amor solo pueden ser discernidas a la luz de la metafísica. Lo físico y lo psíquico no pueden ser comprendidos independientemente de lo espiritual y de lo divino.



El amor, además, torna bello a ojos del hombre aquello que antes aborrecía y le hallan lo que antes le parecía difícil, hasta el punto de trastornar el carácter innato y la naturaleza congénita. Por amor, los tacaños, se hacen desprendidos; los huraños desfrucen del ceño; los cobardes se envalentonan; los ásperos se vuelven sensibles; los ignorantes se pulen; los desaliñados se atildan; los sucios se limpian;  los viejos se las dan de jóvenes; los ascetas rompen sus votos y los castos se tornan disolutos.



Estas y otras muchas más son las señales e indicios de amor, aunque también están la animación excesiva, el estar juntos donde hay mucho espacio, el deseo de oír el nombre del amado, la afición a la soledad, que el amante espíe al amado, tome nota de cuanto diga, investigue cuanto haga, sin que se le escape cosa alguna, y le siga en sus movimientos. Ibn Hazm puntualiza que los necios se vuelven listos y los incautos, agudos.



Ibn Hazm reconoce haber tenido otros muchos placeres como: el favor del sultán, el dinero, el ser algo tras no ser nada, etc., pero nada eso le ha encendido la pasión, ni nada puede causar más placer que el que siente el amante en la unión amorosa. Incluso cuando el amante no puede conseguir la unión amorosa, tiene que conformarse con lo que pueda obtener, en ello existe alguna distracción para el alma, al menos un cierto alivio, y recuerda como alguien conocido suyo había dicho a su amado: Hazme una promesa aunque no la cumplas.



Recuerda y nos transmite sus sentimientos personales, en una ocasión que se reunía con una de sus amadas, y refiere que cuanto más se acercaba a ella, más crecía su agitación, y el pedernal del deseo encendía con mayor fuerza el fuego de la pasión en sus entrañas. Acerca de esto compuso estos versos:





Quiero rajarme mi corazón:




Quisiera rajar mi corazón con un cuchillo,


meterte dentro de él y luego volver a cerrar mi pecho.


para que estuvieras en él y no habitaras


en otro, hasta el día de la resurrección y del juicio.


para que moraras en él durante mi vida y,


a mi muerte, ocuparas las entretelas de mi


corazón en la tiniebla del sepulcro.




Afirma que no hay en el mundo condición que iguale a la de los amantes cuando se equiparan en sus gustos y se corresponden en el amor…., pero, añade, que es esta una gracia que muy pocos logran y un regalo que no se otorga a todo el que lo solicita.



También habla de la unión clandestina, que burla a los espías y se resguarda de los presentes, que se declara en sonrisas a hurto, toses fingidas, señales hechas con las manos, y que se produce en el alma una sensación deleitosa.



Ríe el jardín, mientras las nubes lloran, como el amado cuando lo ve el afligido amante.



A veces la unión amorosa viene a ser  tan dulce y los corazones se aúnan de tal modo; que los amantes llegan a despreciar el que dirán, a no cuidarse de los chismeros, e incluso acrecientan su deseo. Sobre ello compuso otro poema:



Cuantas vueltas di en torno del amor, fiasta caer en él, como la mariposa a la luz.



Tiene el amor señales que persigue el hombre avisado y que puede llegar a descubrir un observador inteligente. Señala como la señal principal de todas, la insistencia de la mirada porque es el ojo la puerta abierta del alma, que deja ver sus interioridades, revela su intimidad y delata sus secretos. Sobre esto compuso un poema:



Mis ojos no se paran sino donde estás tu.





Debes de tener las propiedades que dicen del imán.





Los llevo adonde tú vas y conforme te mueves,





Como en gramática el atributo sigue al nombre.



Los ojos juegan, a ese respecto un laudable papel y rinden efectos maravillosos. Con la mirada se aleja y se atrae, se promete y se amenaza, se ordena y se veda, los ojos hacen a menudo de mensajeros, con ellos se da a entender lo que se quiere. La vista, para Ibn Hazm, es el más eficaz de los sentidos y el que produce los más eficaces resultados.



Otras señales son: que no puede dirigir el amante la palabra a otra persona que no sea el amado; aunque no se lo proponga, que calle embebecido  cuando hable el amado; que encuentre bien lo que diga aunque sea un puro absurdo; que el amante vuele presuroso hacia el sitio en que está el amado, que busque pretextos para sentarse a su lado y acercarse a él; la sorpresa y ansiedad que se observa en el rostro del amante cuando impensablemente ve a quién ama, o este aparece de súbito.



Para Ibn Hazm: Las cosas que crecen de prisa, de prisa se consumen, en tanto que las tardan en nacer tardan también en acabarse. Lo que entra con dificultad no sale con facilidad.







´Por ti tengo celos:




Por tí tengo celos hasta de que te


alcance mi mirada, y temo que hasta el


tacto de mi mano te disuelva.


Por guardarme de esto, evito encontrarme


y me propongo unirme contigo mientras duermo.


Así, mi espíritu, si sueño está contigo,


separado de los miembros corporales,


escondido y oculto,


pues para unirme contigo, la unión de


las almas es mejor mil veces que la unión de los cuerpos.




 Un capitulo que reviste interés por su relación con las costumbres y su posible influencia posterior es el referente al mensajero, a quién habrá que buscar con el mayor cuidado posible. Algunos amantes usaban como mensajero a una paloma amaestrada, en cuyas alas ataban las cartas.



Otra de las señas del amor suele ser que el amante refrene su lengua por muchos motivos  Para Ibn Hazm esto no es razonable, pues el musulmán debe abstenerse de las cosas que están vedadas por Dios, pero el hecho de que el amor se apodere de uno, es cosa natural, que no está mandada ni vedada.



Una de las causas del encubrimiento del amor es, a veces, el deseo del amante de salvaguardar a su amado, lo cual es señal de lealtad y de noble condición. Otro motivo, es el miedo del amante por su propia vida, si revela su secreto por el alto linaje del amado.



Una de las cualidades que destaca Ibn Hazm, tanto en el amor como en otros aspectos, es la lealtad. El hombre debe ser leal a quién lo es con él e incluso con quién es traidor. Y esta es una obligación, tanto para el amante como para el amado.



Dentro de los accidentes del amor: la enfermedad y la muerte. Las dolencias del amor es algo frecuente y las sufren aquellos amantes, cuyo amor es sincero y no pueden gozar de la unión amorosa, por diversas circunstancias.



El amor, dueño mío, me dejó tan extenuado,



Que no pueden verme los ojos de los que me visitan,



Respecto a las malaventuras que sobrevienen en el amor, Ibn Hazm hace referencia al espía, al cual compara con una fiebre oculta, o una pleuresía crónica.



Otra de las penalidades del amor es la ruptura que puede estar producida por muchos factores: por la coquetería, el odio, los maldicientes, los celos,  el hastío, etc. A ella se refiere Ibn Hazm.



Que fea la ruptura tras la unión y que bella la unión tras la ruptura. Esto es como ser rico tras ser pobre; aquello, como ser pobre tras ser rico.



Pero peor que la ruptura es la separación. Hazm se detiene en analizar que situación es la peor: la separación, la ruptura o la muerte, siendo, para él, preferible esta última a la separación.



Referente a los dos últimos capítulos: la fealdad del pecado y la castidad.



Ibn Hazm recuerda que Dios puso en el hombre dos naturalezas opuestas: una de ellas, que es el entendimiento guiado de la justicia, no lleva sino a la virtud; la otra, que es la concupiscencia, guiada por la pasión lleva a los apetitos y no aboca sino a la perdición. Si el entendimiento vence a la concupiscencia entonces obra el hombre con cautela, pero si es al revés, el hombre cae en el abismo de la perdición. En este sentido, hombres y mujeres, son iguales.



Ibn Hazm confiesa ser puro en sus costumbres; e incluso jura que jamás desanudó su manto para un coito ilícito y que Dios no habría de pedirle cuenta de ningún pecado grave de fornicación desde que tuvo uso de razón. Este proceder suyo es debido a las enseñanzas que recibió de su maestro Abu Alí, quién le hizo ver los efectos de la depravación y la fealdad del pecado.



Dedica una atención especial al adulterio, a las relaciones ilícitas, a las cuales condena, y únicamente se atreve a decir que si el instinto sexual no estuviese tan arraigado en el hombre, Dios no hubiera sido tan benigno con los solteros y, en cambio, tan rígido con los casados.



Por todo esto se deduce que la obra es personal, es, en cierto modo, su autobiografía y la autobiografía de las gentes que le rodearon, si bien prescindió de dar nombres propios de personajes conocidos. La obra es en definitiva la única evocación eficaz que poseemos sobre lo que fue la civilización cordobesa en los últimos años del Califato.



“El collar de la paloma” es un libro que tuvo una gran divulgación, pues ha sido traducido a las principales lenguas. Después de su publicación en árabe, la obra fue traducida al inglés  en 1931, poco después al italiano y al francés y en 1952 al castellano.



Todo el libro constituye un análisis de los sentimientos amorosos y del comportamiento de los amantes, ilustrado con múltiples anécdotas concretas. Lo que si se destaca es que casi todas las mujeres son esclavas y esto es lógico si pensamos que: las mujeres de condición social elevada solían vivir recluidas en las viviendas, y las mujeres de las que cabía fácilmente enamorarse era de las que no llevaban velo y exhibían su rostro en fiestas, y estas eran por regla general las esclavas, que disfrutaban de una libertad mucho mayor que las mujeres libres.



Ibn Hazm fue la máxima figura de la literatura arabigoandaluza, y tienen el honor de ser una de las más puras encarnaciones del alma de la España musulmana.